“Mi pueblo, lleno de quietud,  praderas verdes, agua corriendo, y tus pequeños edificios con leyendas cual maqueta…”


Pueblo mío… Salir de ti para encontrar un río de posibilidades, grandes cauces y querer difícilmente no ser arrastrado.

Buscar oportunidades sin abandonar y olvidar las raíces llenas de historia y sangre indígena.

Mi Pueblo, lleno de quietud, praderas verdes, agua corriendo y tus pequeños edificios con leyendas cual maqueta, esparcidos por tus lomas como por la mano de Dios. Y tus niños por las calles jugando alegres.

¿Quién podría despreciar esa hermosura???

Bueno, han existido pies descalzos sobre esas, tus empolvadas calles de tierra; tierra labrada por mujeres solas a falta de sus maridos y maridos ausentes por necesidad y hambre… Hambre que ha dado una amarga niñez a los niños. 

Niños solitarios en largos campamentos en la noche cuidando la siembra. O niñas cuidando de otros niños. Son niños jugando el papel de grandes a cargo del trabajo y del hogar.

Hogar lleno de vacía escasez, enfermedad y muerte sin remedio.

Muchos niños crecieron, y cuentan sus lágrimas el grande el amor a su pueblo encadenado por su enorme dolor. Y piensan dentro de sí -“¡a ese pueblo mugroso no he de volver jamás!”-.

-“Volveré solamente en mi propio funeral o al de mis viejos amados que esperan ahí… o si no… o si no, lanzaré una lágrima y una bendición en su nombre desde aquí… desde donde el recuerdo no me alcance  y me opaque la felicidad que hoy siento en mi muy aún adolorida espalda después de haber encontrado el cauce y que vivo en paz.”-…

Pero te recuerdan pueblo mío… Una parte de su corazón te abraza y te consuela desde lejos pues dentro de sí saben que sus heridas son las tuyas.

Pueblo mío, pequeño, apartado, y humilde.

Si supieran que si regresaran a visitarte hoy, llorarían juntos su reencuentro y te mostrarían que ellos vencieron la soledad, el hambre y los pies descalzos, y a ti pueblito, te devolverían un poco cada uno la esperanza y la alegría, y así se alejaría tal vez la maldad que te acecha y que hace que nueva gente se aparte de tí.

Resiste mi pueblo… Tal vez mañana cambie tu suerte y te demos y nos demos otra oportunidad de reencontrarte con alegría. De repartir de nuestra abundancia en lugar de olvidarte, y de revivir las pocas y viejas casas que aún te quedan con fachada antigua, revivirlas como cuando la sangre apache rondaba tus calles.

Démosles tiempo mi pueblo, para cobijarnos en lo hermoso de tu imagen vieja con una actitud nueva y seamos nuevamente felices juntos. Y que tus calles empolvadas estén ahora llenas de felicidad por volver a verte. No te dejes morir pueblito, pues mi alma se siente segura, que después de esto, muchos ya no querrán irse jamás.

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