“…Quiero escribir carta póstuma de nuestra dignidad, por la destrucción del amor…”
Hoy tengo ganas de hacer una canción en honor de todas las injusticias…
Cantar en coro con los que tuvieron que bajar la mirada y sólo agachar la cabeza, por las ataduras de la injusticia y el poder.
Quiero escribir carta póstuma de nuestra dignidad, por la destrucción del amor.
Donde sea despreciada la soberbia de aquellos que osan sentirse superior a los demás.
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Y así nos atrevemos a preguntar y preguntamos con altivez donde está el amor de Dios y la justicia divina?
Cuando él les ha permitido ser tan libres como hasta para atentar en contra de su mismo amor.
Cuando nosotros les hemos dado los privilegios para acabar con nuestra misma dignidad.
Porque no importa lo que hagamos, lo que trabajes y lo que quieras lograr mientras se muere en el intento…nada de eso será remunerado con recurso humano.
Y qué pasará el día que miremos atrás y veamos todo lo que dejamos ir?
Tiempo de ser mejores, oportunidad de alzar la voz, de alentar a alguien a seguir, os sueños que vimos morir atrapados en nuestra imaginación, los que fuimos capaces de pensar pero no de crearlos porque estuvimos demasiado ocupados mirando la línea que nos marcaron para caminar mientras la vida simplemente pasó.
Y morir siendo las víctimas de despiadados que solo velan por sus propios intereses, enseñando a nuestros hijos calladamente cómo tomar lo que te dan sin derecho a elegir una vida y simplemente conformarse.
En lugar de decidir cambiar, de infundir unión, de marcar retos y alcanzarlos sin pedir permiso, tomando fortaleza de la dureza de los opresores, pero con el cerebro y el corazón que a ellos les falta.
Una, y otra queja a voces para los que observamos sin actuar, es simplemente injustificable para los que no pueden hablar, y una traición para nosotros mismos.
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