“…seguir caminando y detenerse sólo, hasta haber llegado al mar.”
Caminar… Por donde tus huellas no han marcado aún pero que has escuchado que alguien caminó.
O inventándote el rumbo que tmarca el corazón.
Caminar por el camino que sabes que tienes que seguir a pesar de enfrentar tu propios miedos, dejando atrás lo demás que se tiene que dejar.
Abandonando el territorio del suelo ya doloroso, el clima que aunque más bien frío, quema profundamente.
Dejar atrás los rostros sonrientes y tiernos, los humanos, los sinceros, por abandonar también los fríos e insensibles o incluso los rostros que hemos creado nosotros mismos como máscaras para responder al mundo.
Caminar entre la niebla sabiendo hacia dónde debemos dirigirnos pero con el miedo de no ver hacia dónde dar el siguiente paso, de quedar en el camino, o de únicamente rendirse, soltando la marcha después de haber abandonado tanto.
De llegar a algún destino en soledad después de haber también partido sólo, haber creado camino sólo, y acompañándose únicamente de sí mismo, hasta, que tal vez algún día alguien haya construido su camino hacia el mismo rumbo o hecho pasadizos de cerca al tuyo en busca de un mejor territorio en la misma dirección.
Caminar… incansablemente, buscando una ruta inmediatamente después de haber conseguido la anterior hasta llegar a nuestro sitio ideal, o hasta que las fuerzas se agoten, o seguir caminando y detenerse sólo hasta haber llegado al mar.
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